
“En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:5-6).
Siendo yo nuevo creyente una de las enseñanzas que más inpactó mi vida era el saber que mi posición ante Dios y en Cristo era sumamente alta.
En el Antiguo Testamento, habían tres clases de personas que eran ungidas por Dios: el profeta, el sacerdote y el rey. Como creyentes, Nosotros también somos profetas, sacerdotes y reyes, porque Dios nos ha ungido.
Como profetas, debemos escuchar, recibir la Palabra de Dios y compartir esa Palabra con otros.
Como sacerdotes, nosotros tenemos acceso directo a Dios, de tal manera que podemos adorarle y ofrecerle sacrificios espirituales. ¡Què privilegio!
Y como reyes, Nosotros un día reinaremos con Cristo. ¿No te emociona profundamente el ser profeta, sacerdote y rey, ungido por Dios?
Al enfrentar las actividades de este día, quiero recordar: “¿Qué es lo que diría un profeta? ¿Cómo reaccionaría un sacerdote? ¿Haría esto un rey?”
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario