“La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29:23).
¿Has recibido clases de Manejo alguna vez? ¿Qué es la primera cosa que te enseñaron? Si recibiste alguna vez clases para manejar un automovil, habrás notado que antes de aprender a lo que es el encendido, el acelerador o las señales direccionales, te enseñaron primero dónde está el freno.
Ahora, supongamos que tú, con ancias de manejar, dirías: “¡Yo no quiero saber del freno! ¡Quiero saber del acelerador!”
Tu maestro seguramente respondería: “Olvídate del acelerador. Antes de que puedas ir, debes saber cómo frenar.”
Pongamos esto en el plano espiritual. Si te pidiésemos que te sometas a Dios, y contestaras: “No estoy interesado en la sumisión. ¡Lo que quiero es la victoria! ¡Quiero ir para adelante!” Hermano, Amigo (a), Dios no va a derramar sus bendiciones sobre ti, no va a darte oportunidades hasta cuando Él no vea en ti un espíritu de sumisión.
Ahora mismo, arrodíllate y e inclínate en reverencia a Dios. Permite que esta posición de humildad transforme tu espíritu en una total entrega y sumisión al Todopoderoso Dios.
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